La gente ama al cuenquita
El rojo es sinónimo de pasión en la ciudad de los cuatro ríos. El Deportivo Cuenca no pudo ganar el título, pero la gente igual lo recibió como un campeón.
Miles de personas se apiñaron ayer en los interiores y exteriores del aeropuerto Mariscal Lamar y en las calles para aguardar el arribo de Deportivo Cuenca.
El sábado, el expreso austral quedó vicecampeón del fútbol ecuatoriano tas perder 3-2 con Deportivo Quito, en la gran final de la edición 2009.
El sol bravo y sofocante –hubo 26 grados Celsius- no minó la emoción de cientos de niños, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad que se apostaron desde las 10:00 en la terminal aérea cubiertos de rojo hasta los dientes.
Uno de ellos fue Jorge Tenesaca de 20 años. En medio de su nítida alegría, las expresiones de su rostro evidenciaban agotamiento.
Jorge, que gana 200 dólares como empleado de un locutorio, guardó 70 dólares con el afán de acompañar al equipo colorado a su desafío final. Tenesaca separó un lugar entre los 10 buses que se trasladaron a la capital el viernes.
El apasionado hincha, tras viajar 20 horas en menos de dos días, regresó a Cuenca a las 03:30 de ayer, reposó hasta las 09:30, tomó un baño y llegó al aeropuerto para unirse a las cientos de voces que entonaron los fervorosos cánticos que se siempre se escuchan en el Alejandro Serrano.
Globos rojos, carteles con mensajes de aliento, afiches y fotografías de los jugadores escoltaban los coros (…) “¡¡¡Y dale ro, y dale ro, y dale rojo,dale ro!!!”…
Niños sobre los hombros de sus padres, cientos de cámaras fotográficas prestas para disparar y decenas de hinchas que trataban se abrirse paso para hallar una mejor vista también componían el marco.
El arribo
Por fin, luego de 60 minutos de retraso, a las 11:57, la anunciadora de la terminal anunció la llegada del “Rojo”. Tras el aviso, un colectivo y agudo grito avivado se extendió por varios segundos por los ambientes del predio…”¡¡¡Uhhhhhhhh, ya llega, ya llega!!!
A las 11:58 la aeronave de Aerogal tocó suelo cuencano. Marcelo Ortega, utilero del equipo, fue el primero en dejar el avión.
A esa hora, afuera, se vivía una auténtica fiesta, que se agudizó cuando los futbolistas dejaron la sala de arribos y empezaron a subirse al bus de dos pisos.
En ese trayecto, ellos fueron aclamados y vitoreados con frenesí. Incluso el gerente del club, Pedro Peña, tuvo que ayudar a subir al hijo de John García y abrir paso para Preciado y Villalba, los más aclamados, especialmente, por las jovencitas.
A las 12:20, cuando Esteban Dreer y Rodrigo Texeira lanzaron sus camisetas a la masa de hinchas, empezó el recorrido por la ciudad. Cientos de carros formaron la caravana y junto al bus siguieron por la calle Bolívar hasta San Sebastían; por la Sucre, avenidas Huayna Capac, Doce de Abril, Solano y Remigio Crespo.
La fiesta se instaló en esa avenida luego de casi una hora y media de incesantes pitos, cánticos y plausos.
El equipo de la ciudad ahora piensa en su próximo desafío, la Copa Libertadores de América. (ARO).
